Animales y derechos en el Derecho de los animales

La Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco publicó un libro titulado El Derecho de los animales, conteniendo artículos bajo la coordinación del escritor y periodista Basilio Baltasar. Como propio de esta colección –llamada Biblioteca de gobernanza y derechos humanos– se incluyen textos relacionados con derechos humanos fundamentales, infancia y conflictos armados, y populismos latinoamericanos.

En relación al derecho de los animales, encontramos algunos artículos que dan un panorama de las normas jurídicas de diferentes países de Europa y Latinoamérica con remisiones a fuentes muy bien detalladas, independientemente de que algunas estén desactualizadas. Otros son de lectura bastante más rápida, haciendo alusión a lo dicho por varios autores, sin citar la fuente específica. Entre ellos, el de Javier Sádaba, de la UAM, que motiva estos párrafos, por lo que no sé exactamente de dónde tomó la cita de Francione que entrecomilla, aunque no será necesario para señalar la incorrecta interpretación que ha hecho de la posición de Francione, de quien tantas veces he traducido frases similares, muy relacionadas con todo su pensamiento. Sugiero comenzar por un clásico:  “Animales, propiedad y bienestarismo legal. Sufrimiento “innecesario” y el trato “humanitario” de los animales”.

Al mencionar la experimentación con animales, Sádaba dice que en la balanza donde se pesará de un lado los posibles bienes para los humanos y, del otro, los posibles males a los animales, no hay que olvidar que por muy cercanos que sean, no son de nuestra misma especie, ni pertenecen a la misma comunidad moral en sentido estricto, a lo que agrega:

Pero sí a la misma comunidad de dolor, lo que para muchos, y especialmente para los utilitaristas, los hace partícipes de una parte esencial de la vida moral. Siendo esta la situación, algunos, como Gary L. Francione, un destacado defensor de unos proporcionados derechos de los animales, escribe lo siguiente: «Si nuestro sufrimiento por no usar a los animales supera el interés animal en no sufrir, el primero prevalece y el sufrimiento animal se considera necesario». Quien esto escribe todavía hasta hace poco discrepaba de Francione oponiéndose a toda utilización instrumental de animales generadora de dolor. Actualmente pienso que respetando las normas según las cuales se comprueba que no hay otra alternativa, se minimiza el dolor y las necesidades humanas son perentorias, podríamos optar por utilizar como objetos a los animales. Se trata de un precio de excepción en una situación de excepción. [1]

Sádaba dice que ahora ya no discreparía con Francione sino que estaría de acuerdo con él, como si la posición de Francione fuera ésta que hoy dice asumir. En realidad, es ahora cuando discrepa con Francione, mientras que antes, cuando se oponía “a toda utilización instrumental de animales generadora de dolor”, coincidía –relativamente al menos, y en la medida de lo que se desprende de estos párrafos pues obviamente tiene otra postura de fondo– con él.

Como sabemos, Francione ha presentado esta noción reiteradas veces –además de la citada por Sádaba sin fuente– para referirse al alcance limitado de las normas de bienestar animal en un contexto de explotación animal vertebrado sobre la propiedad de los no humanos. Por lo tanto, encuentro una grave malinterpretación de la posición del autor, más grave aun teniendo en cuenta que la intención es, según escribe Basilio Baltasar en la presentación del libro, que los estudiantes “puedan familiarizarse adecuadamente con un espacio específico del Derecho, con el pensamiento crítico…” y otros aspectos tendientes a propiciar un debate a favor o en contra de los derechos de los animales.

El artículo prosigue con una mixtura entre naturalismo, religión, nutrición y placeres gastronómicos que concluye con la “necesidad” de incluir, en la dieta, ingredientes provenientes de animales bien tratados. No ve obligación alguna en ser ni siquiera vegetariano, pero acepta consejos recordando que serán bienvenidos pero que: “los consejos no son obligaciones”. [2] De manera que la cultura carnívora sí parece ser una obligación.

Respecto de la bestialidad –sexo con animales no humanos–, no encuentra un argumento que aporte una intrínseca inmoralidad a lo que ve como una conducta repugnante pero, dice, irían frecuentemente acompañados de maltrato y “lo que es más decisivo, al no existir consentimiento por la otra parte, podemos concluir que se trata de una imposición. Y tal imposición sí da un tono inmoral a estas acciones…” [3] Me temo que entonces no sólo este caso es inmoral, pues los animales no prestan su consentimiento para ser dominados, explotados, torturados y asesinados en ningún caso.

El artículo cierra tomando posición clara contra las corridas de toros. La frase final dice: “Si hacer sufrir innecesariamente es inmoral, no hay derecho a que se utilice a nadie para divertirse con su sufrimiento” [4] Aunque el alcance que yo le daría a estas nociones sería bastante diferente.

Notas

[1] Sádaba, Javier, “Animales y derechos”, p. 33-46, en El Derecho de los animales, Basilio Baltasar (Coord.), Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 43.

[2] Idem. p. 45.

[3] Idem. p. 46.

[4] Idem. p. 46.

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