El valor de un ser

El año pasado tuvo amplia repercusión la noticia del suicidio del actor Nick Santino. En su despedida aludía al motivo de la decisión: “Hoy traicioné a mi mejor amigo y le hice dormir. Rocco confió en mí y yo le fallé. No merecía esto.” [1] La traición al parecer fue detonada por una disposición que prohibió la tenencia de perros de gran tamaño en condominios de Manhattan. Si bien no lo afectaba, pues Rocco ya estaba viviendo con él cuando se promulgó esa disposición, el actor habría sufrido la presión de los administradores del edificio donde vivía. Por supuesto, todos los titulares teñían la matanza del perro con los eufemismos usuales por los que el que lee piensa en lo que no sucedió: ni lo eutanizaron ni lo pusieron a dormir.

Desde una óptica antropocéntrica, la respuesta admite una bifurcación: o lo que hizo fue reprobable por querer a un perro “como si” fuera un ser humano ─únicos seres merecedores de amor para esta posición─, o lo que hizo fue entendible solo porque “ya estaría un tanto deprimido” y encontró la excusa para matarse. En todo caso, el sentido es el mismo: la vida de un ser humano es mucho más valiosa que la de un perro. Ni punto de comparación.

Desde una óptica profundamente no antropocéntrica, más que una respuesta circularon comentarios pensados a partir del análisis ético-jurídico, que transitaron desde la definitiva clausura que la posición abolicionista tradicional indica para los animales domésticos, hasta la incomprensión o la duda ante una decisión ambigua. Después de todo, en el hipotético caso de una disposición que hubiese prohibido tener niños de gran tamaño en un determinado lugar, es imaginable que no hubiera habido ni asesinato ni suicidio. A su vez, desde las cartografías de los derechos animales, no se olvidó decir que seguramente amaba a unos y se comía a otros.

Desde una tercera óptica quiero aprovechar esta noticia para que repasemos entre todos este suceso. Desanudando reflexiones y construyendo un puente comunicacional directo que enlace estas dos vidas, es dable pensarlo como un acto de reconocimiento absoluto de sentido. Nick amaba a Rocco como la sociedad, mayoritariamente, solo acepta que se ame a otro ser humano. Si el veganismo es un acto de justicia e igualdad, amar a un compañero animal es, así lo creo, un mensaje radical de anti-antropocentrismo.

Nota

[1] Una de las tantas notas disponibles en internet respecto de este caso: http://www.masvip.com.do/index.php?option=com_k2&view=item&id=2923:el-actor-nick-santino-se-suicidapor-muerte-de-su-perro&Itemid=5

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