Una convivencia esquizofrénica: Entrevista con Ana María Aboglio. (Primera parte)

© Una convivencia esquizofrénica: Entrevista con Ana María Aboglio. (Primera parte)
Publicada en Revista Híbrido- El Ser Vegetariano, Chile.

La fuerza, claridad y coherencia de su discurso, sumado a las incansables acciones de corte vegano-abolicionista desarrolladas en su país y en el extranjero, convierten a nuestra ilustre entrevistada, en referente obligado de los Derechos Animales en Latinoamérica. Nuestra intención como revista consiste en exponer, en palabras de un experto, la significancia y alcances absolutos y comparativos de la filosofía y praxis de los Derechos Animales, en miras del derrocamiento definitivo del especismo y el consecuente cambio de paradigma.
Por Graciela Venegas y Joaquín Illanes.

1.- En términos de la teoría del Derecho o de la epistemología jurídica (si acaso pudiese denominarse de este modo): ¿pueden ser los animales no-humanos considerados como «sujetos de derecho», o debemos aceptar que esta condición está restringida exclusivamente a los seres humanos?

En primer lugar aclaro que no sólo los seres humanos son considerados “sujetos de derecho”, pues la posibilidad se extiende también a las denominadas personas jurídicas o de existencia ideal.

En segundo lugar, la noción de que no pueden protegerse los intereses básicos de los animales no humanos mediante derechos, proviene de remitir a su imposibilidad para contraer obligaciones. Sin embargo, nadie cuestiona que una persona altamente discapacitada tenga protección de sus derechos básicos aunque no pueda contraer obligaciones. Si no separamos los agentes morales de los pacientesmorales (recipiendarios), se diluyen la supuesta imposibilidad. Podemos por lo tanto aplicar el lenguaje de los derechos a los individuos capaces de tener intereses.

Sin la prerrogativa de los derechos básicos –los cuales son imposibles mientras sean recursos para fines humanos-, cualquier otro derecho otorgado a ese ser pasa a ser mera abstracción, letra muerta. De qué puede servir la libre circulación de conducir otorgada por el gobierno, permitiéndole a una persona transitar libremente por el país, si no tiene esta persona el derecho a la seguridad física y puede ser arrestada, violada, o dañada físicamente a voluntad. Estos derechos están en la esfera de los derechos humanos. Los esclavos no tenían estos derechos pero se les otorgaba protección en las leyes, para mejorar su bienestar. El amo tenía la propiedad de su cuerpo y el derecho a violar su integridad física. ¿No es igual que hoy con los animales?

En tercer lugar, deseo hacer notar que quienes aducen que los no humanos no pueden tener derechos, con intención de que sigan siendo “cosas”, son los mismos que tienen intereses como beneficiarios de su explotación.

2.- ¿Por qué razón debe ser la vía «pro derechos» -y no cualquier otro sistema que asegure la satisfacción de ciertos intereses, como es el caso de las regulaciones bienestaristas- la alternativa para corregir la situación injusta y discriminatoria que viven los animales en las sociedades actuales? En otras palabras: ¿por qué el cambio de estatus debe ir ligado a la asignación de derechos?

Aquí hay en realidad dos cuestiones diferentes.

Si la pregunta es: “¿Por qué razón debe ser la vía ‘pro-derechos’ la alternativa para corregir la situación injusta y discriminatoria…”… y se refiere a liberación de la esclavitud sin derechos, contesto que la vía de los derechos parece ser la mejor que hemos podido encontrar hasta ahora para proteger no sólo los intereses humanos básicos sino también otros relacionados con una mejor calidad de vida, incluyendo los derechos de tercera generación. Incluso las ecofeministas, que rechazan la noción de derechos en general, por considerarlos propios de la cultura patriarcal, suelen aludir a la necesidad de reconocer ciertos “derechos” para los no humanos. Pero la situación injusta y discriminatoria que hoy sufren no se puede cambiar a partir de una imposición legal.

La segunda cuestión en la pregunta radica en que el ejemplo ínsito en la misma cuando dice: “…-y no cualquier otro sistema que asegure la satisfacción de ciertos intereses, como es el caso de las regulaciones bienestaristas-…” no es adecuado, porque alude a una vía legal que no está hecha para el fin que reclama la pregunta. Esto es así porque esas regulaciones son admitidas sólo en la medida en que sean útiles a la mejor continuación de la industria, admiten crueldad y daño y apropiación de la vida y la libertad de los no humanos y por lo tanto no sirven “…para corregir la situación injusta y discriminatoria que viven los animales en las sociedades actuales…”, la cual remite a su condición de cosa-objeto de esclavitud y explotación, destinada a fines humanos. Por eso, las leyes y las daciones de “derechos” para un tratamiento humanitario de los esclavos son uno de los primeros objetivos  de los experimentadores en no humanos por ejemplo, quienes de esta manera aseguran su actividad legalmente. Remito a la detenida lectura de: Experimentadores Unidos por el Bienestar Animal.(Disponible en: http://www.anima.org.ar/movimientos/animaciones/voces/2006/experimentadores-unidos.html ) Justamente, lo que la violencia institucionalizada en el orden vigente teme en cualquier postura ideológica que no sea la propia, no es tanto los fines que persigue quien la cuestiona, sino el hecho mismo de que pueda perseguir fines: teme su carácter de creador de Derecho, su potencial para crear Derecho, o sea, un orden jurídico-político diferente al establecido.

Por otro lado, quiero aclarar que la situación actual de los no humanos es consecuencia de un especismo que no sólo está institucionalizado en el sistema jurídico sino en todas las estructuras: sociales, económicas, educativas, científicas, culturales. Manipulación por el lenguaje y técnicas de apropiación discursiva contaminan el discurso y fomentan la ceguera sobre qué es lo que está sucediendo con los animales no humanos. Por lo tanto es ineficaz que el movimiento abolicionista centre su acción en la búsqueda de prohibiciones pro derechos, en la medida en que las leyes en definitiva sólo pueden ser reflejo de la estructura general que autoriza el daño a los no humanos. Pero si aún así alguien quiere dedicarse a conseguir prohibiciones porque por determinadas circunstancias locales y personales hay muchas posibilidades de que se sancionen y se cumplan, la  prohibición pro-derechos que llene todas las características que la misma debe poseer para ser tal no es un paso contradictorio para el abolicionismo, como sí lo son las leyes bienestaristas, que por otro lado son las que están hoy vigentes en sus distintos tipos, formando parte del entramado legal que regula el comercio, la manipulación y el poder sobre los no humanos. Agréguese a ellas las leyes que estimulan, protegen y subsidian la cría de no humanos para distintos fines.

3.- ¿Qué razón existe para creer que las leyes abolicionistas sí van a funcionar, considerando que ni siquiera las leyes bienestaristas han podido ser eficaces y respetadas por la sociedad?

Las leyes bienestaristas sí funcionan. Logran que la idea de que podemos usarlos bajo cierta escala regulada de sufrimiento continúe. Mantienen el estatus jurídico de propiedad, permitiendo continuar con la apropiación y dominio regulado legalmente a favor de los propietarios. Es lógico que sea difícil aplicarlas por su inconsistencia ética. Por ejemplo, por la vía de la “protección animal”, se pena el daño sobre un animal por razones de ejemplificación de valores compasivos. A su vez la matanza se pena cuando se hace con “espíritu de perversidad”, no porque sea un asesinato jurídicamente hablando. La vida y el destino de los individuos no humanos depende de quién sea su dueño. Por eso esta protección convive junto al  delito de daño en las cosas que se tienen en propiedad. Una convivencia esquizofrénica.

Ciertamente las normas del Bienestarismo Legal para algo no funcionan: para transformar la relación que mantenemos con los no humanos. No imagino qué clase de respeto puede ahondar en un ser humano que diariamente tiene que ejercer el mayor daño que se le puede infligir a otro ser como es matarlo. No entiendo a los que se comen a los objetos de su compasión. No imagino qué clase de protección se puede dar a quien es considerado un objeto de experimentación. No imagino qué clase de justicia puede provenir de un sistema que se estructura como una máquina de producir esclavos y cadáveres. Todo esto es posible por un constante formateo mental que sufren los humanos desde pequeños.

Si las prohibiciones conseguidas están fundamentadas en la preservación del derecho a no ser objeto de explotación y a los derechos básicos de todo ser sintiente, y las mismas se lograron dentro de un marco de campañas abolicionistas y con previsión de sanciones ante su incumplimiento, van a funcionar. Esto es difícil de lograr en estos momentos en que no está instalada la necesidad de dejar de explotar a los no humanos para evitar la injusticia de la esclavitud que genera sufrimiento y muerte. El sistema judicial tendrá de todas maneras las limitaciones propias del mismo, más aún dentro de una sociedad especista. Sin embargo… ¿No es mejor que la gente deje de ir a un zoológico a que se intente prohibirlo mientras la gente no ve problema en pagar para mirar a los prisioneros? Si lo primero se da, lo segundo vendrá sin mayores pérdidas de tiempo. Y se debe dar como parte de campañas que apunten a denunciar la esclavitud, de la cual los zoológicos son una partecita.

4.- El profesor Francione, en la ya clásica entrevista dada a Vegan Voice, señala que no tiene «ninguna ilusión sobre la utilidad del sistema legal o de los abogados. Al contrario que muchos abogados animalistas, yo bajo ningún concepto creo que la condición de propiedad de los animales se corregirá ni siquiera cambiará significativamente por medio de la ley». Al respecto, nos gustaría saber si usted cree que es posible o viable un cambio legislativo tan radical como el abolicionismo, sin mediar antes un profundo cambio social; cambio social referido particularmente a la concepción antropocéntrica que mantenemos del hombre dentro de la naturaleza. ¿Qué posición le otorga usted a los elementos antes señalados (cambio legislativo, abolicionismo, cambio social, rol del hombre en la naturaleza)?, ¿cómo los ordenaría, en términos de su relación objetivos-causa-efecto?

Pocos creían, incluso llegado el siglo XVII, que se llegaría a considerar a la gente de color como seres libres. Ciertamente la cuestión animal no humana es más difícil porque no contamos con los propios interesados para luchar por su liberación y por la impregnación masiva del especismo en las estructuras sociales. Pero brevemente enuncio tres puntos principales:

Primero: la mayoría de los grupos no están trabajando en forma abolicionista. Sería muy distinto si así fuese.

Segundo: las prohibiciones pro-derechos son muy difíciles de conseguir, pueden ir lográndose pero no son la base de la lucha abolicionista en el tiempo actual.

Tercero: Si al antropocentrismo oponemos un ecocentrismo, tal vez se sigan perfilando dicotomías y, por lo tanto, enfrentamientos. Si en cambio empezamos a pensar en términos holísticos, se torna más valioso sembrar la idea de una voluntad de significado que reemplace a la voluntad de poder de la sociedad actual. No podemos vivir en armonía con el entorno si lo atacamos, ni con los otros animales, humanos o no humanos, si los usamos como objetos.

El movimiento abolicionista obviamente no comienza en las Legislaturas. Se alimenta de resistencia, tenacidad, creatividad, indignación. Necesita crecer rumbo a la “masa crítica” necesaria para las profundas transformaciones socio-económicas que implica. Concentrándonos en el abolicionismo, además, protegemos el medio ambiente, la salud, cooperamos para una mejor distribución de los alimentos puesto que también propiciamos otra relación con la Tierra, y cultivamos una conciencia humana libre de violencia.

5.- ¿Qué valor le asigna usted al sistema capitalista, dentro de esta gran problemática que enfrenta el abolicionismo?

El capitalismo es sin duda un sistema que fomenta y ampara las desigualdades y las jerarquías. Desde la óptica ecofeminista se habla del capitalismo como una evolución del sistema patriarcal de dominio. En este sentido, es ideológicamente afín al especismo. Teóricamente podría haber un capitalismo sin uso de los animales no humanos para vestimenta, comida, experimentación, entretenimiento, etc. Pero los valores materialistas e individualistas están asociados al modo de producción social del capitalismo, el cual se desarrolló bajo las ideas del sometimiento de la naturaleza –como separada de lo cultural-humano-, el método científico y la tecnología al servicio de sus fines, propiciando además el maridaje entre comercio y guerra. Estableció un modelo ecocida que genera pobreza, extinción de animales no humanos y plantas, destrucción medioambiental e hipercosificación del no humano esclavizado a través de la domesticación. Los grandes intereses económicos lo impusieron a través de las mayores violaciones a los derechos humanos y, en su versión actual y más despiadada –definida por Naoemí Klein como corporativismo-, borra las fronteras entre el mercado y el gobierno aprovechando los desastres, naturales o provocados, para activar la economía y obtener más beneficios. Esta telaraña de crecimiento sistemático y obligatorio, reclama más recursos, más mercados, nuevos consumidores. Considero por lo tanto que necesitamos un sistema basado en otros valores absolutamente.

De todas maneras, tampoco el socialismo en conjunto ha rechazado la noción del animal como recurso. Aunque lógicamente los postulados de la liberación animal son más afines a un mundo socialmente más justo.

6.- La introducción de derechos para los animales es para muchos un objetivo muy lejano, quizá posible, pero a largo plazo. ¿Qué hay de cierto en ello? ¿Qué podemos hacer en el aquí y el ahora para avanzar? En este sentido, ¿por qué ven como una estrategia «contradictoria» el hecho de establecer alianzas con grupos bienestaristas en el corto plazo?

Esto lo he desarrollado en: “El liberacionismo y la actual sociedad esclavista. Decir y hacer hoy para acortar el tiempo de la cosecha.”, publicado en el sitio web de Ánima en español y portugués.

Brevemente: Es contradictoria porque responde a dos filosofías completamente diferentes y porque en la realidad esas diferencias son insostenibles al punto de que –deseo destacarlo-, el movimiento abolicionista es un movimiento diferente al del bienestar animal. Por lo tanto, quienes quieran por comodidad –el bienestarismo es cómodo para todos-, por personalidad, o por impaciencia, declararse abolicionistas pero actuar como bienestaristas, están sumando para la confusión del público y para la permanencia y legitimación del actual sistema de opresión que no cesará y que de hecho avanzó desde el comienzo del movimiento bienestarista. Acaso por inercia de tantos años de bienestarismo algunos activistas y organizaciones, a pesar de declararse liberacionistas, no quieren aceptar lo que la teoría implica en la praxis social, y se alían con el bienestarismo para pedir reformas o utilizan lenguaje políticamente correcto, cual es el de la condena de la crueldad. Me produce extrañeza la liviandad del neobienestarista, que aparece declarándose liberacionista y no apoyando una práctica pero apoyándola legalmente o a través de acuerdos con empresas; cuestionándola, pero no tanto por ahora; condenándola, pero entrenando gente para matar no humanos “humanitariamente” o para monitorear la muerte, o sea, para que hagan lo que condena. La liviandad de la posmodernidad. Convengamos: Un abolicionista no puede utilizar recursos bienestaristas sin dejar de ser abolicionista.

Quienes pertenecen a los círculos de esas estructuras injustas que mencioné, están dispuestos, tanto a considerar la reforma bienestarista que consolida legalmente la explotación, como a acallar la voz del respeto por la vida animal no humana. Si no se afecta esta estructura violenta en cada pequeño paso que damos, si no se la cuestiona, nos quedamos sin posibilidad de transformación real y genuina. Para oponerse a este sistema de poder necesitamos un CAMBIO RADICAL en el interior del ser humano mismo. Pero también una pragmática de claro perfil liberacionista.

7.- ¿Qué experiencia internacional existe en torno a estas materias? ¿Qué programa extranjero debiera servir como guía para las expectativas latinoamericanas?

Ánima fue pionera en la difusión del enfoque abolicionista en lengua española, y lo hicimos cuando había un desconocimiento total de todos estos temas. Ya no puede ser tan difícil como entonces. A mí personalmente me preguntaban porqué señalaba tanto la diferencia entre bienestarismo y derechos animales en vez de –como abogada-, hacer cumplir las leyes bienestaristas o dedicarme a mejorar las existentes.

El movimiento abolicionista es incipiente. La experiencia de otros grupos hace a una bienvenida cooperación pero lo fundamental es el trabajo local, adecuado a las circunstancias y las posibilidades de los recursos generales, teniendo en cuenta la situación específica de Latinoamérica, sin copiar modelos pensados para otras comunidades y circunstancias. El tema es que empecemos a movilizar a la sociedad apuntando hacia los postulados abolicionistas. Las transformaciones sociales históricamente se han cimentado en profundas renovaciones ideológicas que abandonaron el marco conceptual dominante para generar un nuevo paradigma dentro del cual se pudiera sembrar la evolución. El enfoque abolicionista requiere de la creación de esos lugares propios donde los humanos sientan y piensen que no tenemos derecho a dominar, usar y aniquilar a los otros no humanos y perciban con claridad que si tienen sensaciones y sentimientos es por su naturaleza animal.

8.- Para aquéllos que comprenden y comparten los aspectos éticos que plantea el abolicionismo ¿Cuáles son las principales medidas a nivel individual que debieran adoptar?

Entiendo que si ya comprenden y comparten, ya han dejado de usar o consumir no humanos o participar en actividades relacionadas con su explotación.

A partir de aquí lo mejor que pueden hacer es dejar translucir la razón ética de sus elecciones, no forzadamente pero sí sin disimulo. Ser vegano no basta. El activismo –individual en el ámbito personal y en grupo en el ámbito social-, importa tanto o más que el cambio individual que lógicamente tiene que sustentarlo.

De la mano de esto van: Entender la teoría con el corazón, no sólo con la cabeza; acercarse a los no humanos, comunicarse con ellos y defenderlos; vivir y enseñar a percibir la propia sensibilidad animal enraizada en la de otros no humanos para bajarnos del pedestal. Y por supuesto, oponerse activamente a la injusticia y la crueldad contra todo ser sintiente.

Es un entrenamiento que ayudará a que los que aún no comprenden y comparten perciban el valor de hacerlo. Algunos dicen que un mundo sin esclavitud animal es sólo posible como producto de la imaginación. Entonces significa, que un mundo tal, no es inimaginable.

Compartir
Scroll al inicio