Vacunas en compañeros animales

Artículo extraído de un trabajo de investigación médico-legal realizado en el año 2000 en conjunto con el veterinario homeópata Juan Agustín Gómez.

Innecesaria parece una meditación sobre el pinchazo cuando a la hora de vacunar, el platillo, pongamos, derecho de la balanza, desciende bajo el peso de los conocidos beneficios y el izquierdo salta, baldío, hacia la nada. Niños y animales reciben con prontitud gran cantidad de dosis. La carga incuestionable se nutre de afirmaciones concatenadas: Las enfermedades infecciosas son peligrosísimas + Las vacunas son el único medio de prevenirlas + Las vacunas son completamente seguras + Las vacunas son absolutamente infalibles. Junto a la convencional tonada repetitiva se instaura el programa de vacunación obligatoria.

Pero dado que la realidad señala que no todas las enfermedades infecciosas son riesgosas; dado que algunos se avienen a prevenirlas por otros medios; que más allá de la reticencia a reportar efectos adversos o muertes post-vacunación, las denuncias corren a lo largo y ancho del mundo, y que no sólo no son absolutamente efectivas sino que algunas son consideradas como causantes de la propia enfermedad que intentan prevenir, sucede que cada vez más personas reclaman la libertad de elegir si vacunar o no a quienes de ellos dependen. Desde ahora algunas dosis para reflexionar sobre la vacunación de los animales que nos acompañan.

Preparación: La teoría del germen

El 23 de agosto de 1999 Marshall Plit, investigador de la New South Wales University de Sidney, presentó en Buenos Aires una nueva teoría -en la misma línea que años atrás hiciera el profesor rosarino Meny Bergel-, que haría naufragar los postulados de Pasteur y Koch. Plit sostiene que el germen desencadena la enfermedad sólo en terrenos ya enfermos. El germen no sería causa sino condición. La predisposición del organismo -que este médico basa en el stress oxidativo a partir de sus estudios sobre la tuberculosis-, muy conocida como ‘defensas bajas’, convoca a los gérmenes: no importa si éste, aquél o el de más allá. En 1828 Christian Friedrich S. Hahnemann construyó el edificio de la homeopatía sobre estos cimientos. Y Carl Gustav Jung fue ferozmente atacado cuando propuso que una alta proporción de tuberculosos eran enfermos psicosomáticos, cuyo sentimiento predominante era el terror. La tuberculosis -una bacteria que reside en el ganado bovino-, después de casi haberse retirado ANTES de la aparición de los primeros antibióticos, cunde hoy en su remodelaje ultraresistente a lo largo de los países empobrecidos. A los laboratorios no les interesa invertir en investigación, no porque se sientan abatidos ante la ineficacia de los antibióticos usuales, sino porque los bolsillos de los afectados están demasiado vacíos como para adquirir la medicación.

Sería injusto acusar a Louis Pasteur de grave equivocación. Su delito fue -según lo expone y documenta Ethel Douglas Hume en Pasteur Exposed: The False Foundation of Modern Medicine-, de plagio más distorsión del trabajo de su contemporáneo Antoine Bechamp. Distorsión que en parte corrigió en sus póstumos años con aquella muy citada pero no tomada en cuenta frase correctiva: «el germen no es nada, el terreno es todo.»

Un poco de fisiología. El sistema inmunitario tiene 2 grandes ramas:

1) HUMORAL, también llamada específica o secundaria. Provee ANTICUERPOS para reconocer y luchar contra los ANTÍGENOS, por ejemplo bacterias y virus. Depende sobre todo de las células B, originadas en la médula espinal.

2) DE CÉLULAS MEDIATAS, no-específica o primaria. Comprende las llamadas células T (timo-dependientes) y otras células especializadas que, secretadas por el hígado y el bazo, apoyan y complementan la acción de los anticuerpos. Provee inmunidad más profunda y es fundamental en la protección contra las alergias y el desarrollo del cáncer.

Las vacunas estimulan las células B, dirigidas a un antígeno específico -por ejemplo un determinado virus-, sin influir en la rama primaria : el 90% restante del sistema inmunitario. Pero los virus, atenuados en su virulencia o muertos, entran a través de la inoculación DIRECTAMENTE en el torrente sanguíneo. Esto no sucede en los modos naturales de transmisión de la enfermedad porque los virus deben franquear la barrera defensora del tejido epitelial, fundamentalmente el que recubre el tracto intestinal, ventanas de la nariz, senos nasales, tracto respiratorio, bronquios, pulmones, aparato genitourinario y conjuntiva de los ojos.

La teoría del germen falla al suponer que los microrganismos son los principales responsables de la enfermedad y no la salud del huésped. Ignora también los muchos casos en que individuos vacunados contrajeron la enfermedad, y aquellos en que gran cantidad de personas tuvieron la enfermedad sin producir anticuerpos. Tampoco se pregunta qué sucede a los virus inoculados con el transcurso del tiempo.

Primera dosis: Vacunar, revacunar y revacunar

Más allá de la niñez y salvo situaciones especiales, el humano no recibe refuerzos de las vacunas recibidas en la niñez. Aquellas dosis permiten, al parecer, mantener la inmunidad por el resto de su vida. Si el desarrollo tecno-científico de las vacunas en veterinaria es el mismo que el utilizado para las vacunas humanas, y el sistema inmunitario del animal de compañía no es menos eficiente que el de los humanos, ¿porqué entonces la insistencia en la revacunación anual?

En el Canine Health Newsletter de septiembre de 1996, Sandra Hickman cita un interesante estudio sueco. Según éste, los niveles de anticuerpos protectores en perros vacunados contra moquillo, parvo y adenovirus, no descendían aún después del tercer año. Algo más notable aún: Los niveles en los cachorros no aumentaban con la repetición de la vacuna hasta no agotarse los anticuerpos provenientes de la madre, alrededor del 5º mes.

Tom R. Phillips y Ronald D. Schultz, concluyen en Canine and Feline Vaccines, 1992 (Current Veterinary Therapy XI, W.B.Saunders, Philadelphia,P.A.) que la extendida costumbre de la revacunación anual no tiene bases científicas dado que la duración de la respuesta inmunitaria dura años, o toda la vida, especialmente con las vacunas a virus vivos.

El diario de la American Veterinary Medicine Association (JAVMA), publicó en enero de 1998 una nueva guía de vacunación para gatos de la American Association of Feline Practitioners (AAFP) y la Academy of Feline Medicine (AFM). El antecedente fue un comentario que JAVMA publicó en 1995 en «Current Concepts«, titulado : «¿Estamos vacunando demasiado ?». Allí, el presidente del Cornell Feline Health Center y profesor de virología Fred W. Scott, estableció que 3 a 4 años después de la vacunación se encontraron buenos niveles de anticuerpos contra 2 de los 3 virus más comunes de las vías respiratorias superiores. El Dr. Ronald Schultz, profesor y presidente del departamento de Ciencia Patobiológica de la Universidad de Wisconsin, dijo que no era en absoluto necesario revacunar a los perros adultos contra el parvovirus. Las vacunas podrían fallar, advierte también el artículo, por el uso de componentes múltiples en una sola dosis.

Segunda dosis: Indicaciones y advertencias

Intervet llegó a la Argentina con una batería de vacunas y el respaldo y distribución de Bayer. La atractiva folletería de propaganda repite similares instrucciones de uso, precauciones y advertencias por las que algo queda claro : las vacunas deben administrarse en animales sanos. Algunas, como la de leptospirosis canina o la triple felina requieren un previo examen clínico completo. Pero, ¿cuál es el estado de salud suficiente para recibir una vacuna? El animal podría parecer sano y no sentirse bien o tener un problema no revelado por el análisis clínico. Podría tener una enfermedad en período de incubación. ¿Cómo medir el estado del sistema inmunitario, el verdadero receptor de la vacuna? Estado cuyo buen funcionamiento depende de una alimentación fresca y natural -con suficiente aportes de vitaminas y minerales, sin conservantes, aditivos ni colorantes-, agua sin cloro ni metales pesados, ausencia de tóxicos -los pulguicidas suelen aportar grandes dosis-, no ingestión de antibióticos o cortisona, factores genéticos -generales o específicos como los propios de muchas razas-, ausencia de contaminación ambiental y por supuesto, ausencia de stress. Las emociones ejercen una influencia fundamental, dado que no podrían sostenerse sin el correlato químico-eléctrico correspondiente. El sistema nervioso central está conectado con el sistema inmunitario y lo afecta a través de la secreción de neuropéptidos que modifican el funcionamiento del timo, la cantidad y eficacia de los glóbulos blancos y la secreción de anticuerpos. Separar al cachorro muy pronto del lado de la madre es fuente habitual de angustia pocas veces tenida en cuenta.

Aunque muchos prospectos se anuncian como aptos para hembras gestantes, los veterinarios holísticos desaconsejan vacunar durante el embarazo, de igual manera que cuando el animal va a ser esterilizado o sometido a cualquier intervención quirúrgica que demande anestesia.

Vacunas como la del moquillo, rabia, parvovirus y coronavirus, pueden originar, continúan las advertencias, una reacción de hipersensibilidad que requiere administrar adrenalina o epinefrina. Esto es, hormonas utilizadas para casos de extrema urgencia. El alcance de las reacciones de hipersensibilidad no se especifica. Las precauciones para la vacuna triple de panleucopenia, rinotraqueítis y calcivirosis felina prescriben evitar el contacto con fuentes potenciales de infección respiratoria hasta 7 días después de la vacunación. ¿Cómo se consigue esto?

Un sistema de bonificaciones -3 gratis por cada 10, por ejemplo-, disminuye el costo para el veterinario. Considerando la diversidad de productos, el intensivo programa de vacunación aconsejado y el precio final de aplicación, es de suponer que se trata de una suculenta fuente de ingresos médicos.

Tercera dosis: Margen de seguridad

Los efectos se relacionan no sólo con los virus que componen las vacunas sino también con las sustancias que integran la solución base : estabilizadores, conservantes, antibióticos, tóxicos y carcinógenos tales como aluminio, mercurio y formaldehído.

Pueden dividirse en 2 grandes grupos:

1) Reacciones inmediatas.
2) Reacciones a largo plazo, más insidiosas y menos obvias.

1) Oficialmente reconocidos, los efectos inmediatos van, desde síntomas de letargo, fiebre ligera, pérdida de apetito, cuello dolorido, vómitos, diarrea y muchas horas seguidas de sueño, hasta colapso total y shock. Son casi siempre subestimados por los guardianes, desconocedores tal vez de la agresión que está sufriendo el organismo de su animal de compañía. Ronald D. Schultz, quien ha estudiado las vacunas por más de 30 años, dice que los perros de raza tienen mayor riesgo de una reacción aguda. En un artículo publicado en el Suplemento Técnico nº 14 del Boletín del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires (Año 4- Noviembre,1999) veterinarios del Hospital Centro Policlínico Veterinario, Málaga, refiriéndose a tres casos de reacción anafiláctica post-vacunación -uno de ellos seguido de muerte- dicen que el hecho de que esos casos hayan ocurrido recientemente en poco más de un año, o es casualidad o significaría una mayor predisposición a estas reacciones. Afirman también que : «Supone una gran dificultad para nosotros como veterinarios hacer entender al cliente que su perro o gato, cuyo estado era bueno al entrar en la clínica puede fallecer tras la aplicación de una vacuna que lo que pretende es protegerlo de una serie de enfermedades y que, por el contrario, le ha provocado un susto de muerte o incluso la muerte misma de su querida mascota»…

2) Los efectos a largo plazo corren principalmente a cargo de veterinarios naturópatas holísticos y homeópatas. «Vaccinosis» es el término reservado para estas consecuencias crónicas de las repetidas vacunaciones, cuya traducción podría intentarse con el neologismo «vacunosis». A partir de una carta enviada por la dra. M. J. Hendrick al editor de JAVMA, comenzaron a realizarse investigaciones sobre la relación entre ciertas vacunas y una especial forma de cáncer, el sarcoma felino. En las biopsias realizadas entre 1987 y 1991 -lapso con significativos cambios en las políticas de vacunación-, esta patóloga observó un aumento en la reacción inflamatoria y fibrosarcomas en el sitio donde se hacían las inoculaciones. En la Conferencia Veterinaria de los Estados occidentales de Norteamérica,1996, el Dr.Greg Ogilvie, Universidad de Colorado, estableció que la vacuna para la leucemia felina y la antirábica subcutánea -mucho más fuerte que la intramuscular-, ambas disponibles desde 1984, eran las 2 vacunas con más frecuencia relacionadas con estos tumores.

Otros veterinarios, especialistas en comportamiento animal, relacionan la vacuna antirrábica con el inquietante aumento de animales agresivos, temerosos y aprensivos producido en las últimas tres décadas concomitantemente con la práctica de la revacunación en adultos. Ataques epilépticos son frecuentes después de esta vacuna, según Dee Blanco, veterinario de Nueva México. Blanco remarca cómo después de vacunar animales sanos, aparecen con gran frecuencia problemas en piel: picazones, irritación, caída del pelo, erupciones. Enfatiza también que las vacunas exacerban las tendencias mórbidas, haciendo que se desarrollen las enfermedades a que tiene tendencia un animal determinado, las que podrían de otro modo permanecer en latencia. Jean W. Dodds, veterinaria de referencia práctica en hematología e inmunología de Santa Mónica, dice que cada vez hay más problemas inmunológicos en general. En More Bumps on the Vaccine Road, Dodds establece vínculos con la hepatitis crónica, asma, epilepsia, desórdenes tiroideos, falla renal, cistitis, anemia hemolítica autoimune, transtornos neurológicos varios, encefalitis. Catherine O’Driscoll agrega diabetes, leucemia, enfermedad de Addison y cáncer. El director de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria Holística de Maryland, Carvel Tiekert, considera que la vacunación puede incluso contribuir a la muerte prematura de animales cuyo sistema inmunitario estuviera ya comprometido.

Las vacunas humanas ofrecen casos puntuales además de mayores estudios sobre sus efectos. En EE.UU. se acaba de suspender la vacuna Sabin oral. Los únicos casos de Polio se producían en vacunados que desarrollaban el VAPP, siglas en inglés de la Parálisis de Polio Asociada a la Vacuna, que dió lugar a una organización de Padres Informados contra el VAPP, cuyo fin último era el reconocimiento de la necesidad de reemplazar la vacuna oral, a virus vivos, por la vacuna a virus muertos. Otros casos, también en EE.UU.: el levantamiento de la obligatoriedad de la vacuna contra la hepatitis B -ya suspendida en octubre de 1998 en Francia- y contra el antrax en el ejército.


Cuarta dosis: La efectividad

En «Lo que los veterinarios no le dicen acerca de las vacunas», la fundadora de Canine Health Concern concluye que las vacunas, como mucho, brindan un 50% de efectividad. Además, en su libro de investigación «Lo que los veterinarios no le cuentan sobre las vacunas» un estudio de la Escuela Veterinaria de la Universidad de Wisconsin-Madison que evaluó 6 marcas diferentes de vacunas contra el parvovirus, para encontrar que 3 fallaban totalmente en aumentar la tasa de anticuerpos, 2 producían un aumento parcial y sólo una generaba una tasa elevada.

En «A New Look at the Vaccine Questions«, el conocido veterinario homeópata Richard Pitcairn sugiere que las vacunas no protegen de la enfermedad aguda sino que la transforman en una enfermedad crónica. La panleukopenia llevaría por ejemplo a la llamada enfermedad intestinal crónica y al descenso del número de glóbulos blancos que ocasionaría inmunodeficiencia. (Proceedings of the American Holistic Veerinary Medical Association,1995). En el mismo sentido, Don Hamilton, veterinario holístico de Oncate, Nueva Méjico, considera que el parvo resultó de una transformación del virus introducido por la vacuna contra el moquillo.

En su libro Impfen-Das Geschaft mit Angst (Vacunación- Un negocio basado en el miedo), el doctor Gerhard Buchwald reporta que hubo muchos más casos de fiebre aftosa en los países europeos donde el ganado había sido vacunado contra esta enfermedad que en aquellos en que no lo habían sido.

Quinta dosis: ¿Inmunización o agresión?

En materia de vacunación humana, tanto en EE.UU. como en Inglaterra, hay posibilidad de obtener resarcimiento por los daños ocasionados por las vacunas. En Francia, y en consonancia con entidades similares de muchos otros países, la Liga Nacional por la Libertad de Vacunación, aúna un grupo de personas que creen que la vacunación no es la única ruta para la prevención de la enfermedad. Muchos guardianes y veterinarios reclaman el mismo derecho para proteger al animal de compañía.

Para la única vacuna obligatoria, la antirrábica, cabe también otra obligatoriedad: estudiar el tema por parte de las autoridades sanitarias, quienes deberían asesorarse no solo con representantes de los círculos oficiales sino también con los de las asociaciones animalistas que acrediten una comprobada actuación a favor de los intereses de los animales. Para las demás vacunas, en caso de que se decida la vacunación, habrá que extremar las precauciones.

La salud psico-fisico del animal en armonía con el medio ambiente en que se encuentre será siempre la prevención fundamental para cualquier tipo de enfermedad. Evidentemente, la inducción artificial de la enfermedad que impone la vacuna, no reproduce el proceso natural de la misma. Dicho de otra manera: La víbora venenosa muere si se le inyecta el mismo veneno con el que convive sin problemas a diario. Por nuestros animales y por nosotros, vale la pena informarse y evitar riesgos innecesarios. Porque, en el decir de Helen Mc Kinnon: «your dog is counting on you«. La traducción permite: Su perro -vale igualmente para cualquier animal de compañía- cuenta con, confía en, depende de usted. No es necesario optar, las tres posibilidades son válidas. Cuentan con, confían en, dependen de, nosotros.

Publicado en Librevacunacion.org

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