(Doña)Rosita la soltera

veganismo-proceso-any-aboglioFrankestein no parecía humano, pero lo era. Llevaba el apellido de su padre creador. Era un monstruo experimental fallado. Rosita es una vaca, pero no lo es: alguna parte suya es tan humana que genera leche “maternizada.” Como la presidenta de Argentina rechazó que le pusieran su propio nombre  (“… ¿qué mujer se banca que le pongan su nombre a una vaca?”), la pequeña vaquita transgénica clonada fue bautizada con este nombre familiar que evoca cierta simpleza asociada a esos barrios tranquilos de otras épocas, con poca gente, desconocedores de las intrusiones turísticas que hoy los caracterizan. Rosita nació por cesárea, por su peso excesivo. Su nombre completo es Rosita ISA, este último un acrónimo derivado de sus instituciones progenitoras: el INTA y la Universidad Nacional de San Martín. Los 700 millones de pesos asignados a investigación en el INTA están empezando a ser justificados. [1]

Presentada como un “logro” de la tecnociencia, fue diseñada para “ayudar” a la humanidad, mejorando las cualidades específicas de la leche vacuna en lo que hace a sus “falencias” como sustancia apropiada para uso humano. Una solución bastante cara y complicada que junto con la cosificación del animal no humano deja a salvo todos los problemas que los lácteos ocasionan en la salud humana. Algunos muchos se la creen. Otros denuncian que es simplemente un negocio destinado a mujeres que se hacen cesárea y usan leche artificial por razones no médicas. En Europa, el rechazo fue importante. Pero las patentes sobre plantas, animales y partes humanas son un negocio millonario. Los organismos genéticamente modificados están preparados para cambiar en su totalidad el modo de producción de la industria alimentaria. Las semillas son naturaleza: patrimonio de la humanidad. Las semillas patentadas convierten en mercancía el material genético. Los ciudadanos tienen poco tiempo para entender lo que está sucediendo porque la tecnología también está oficiando para la manipulación de su mente: tiene mil canales y juegos para entretenerse, en el celular y en internet, mientras lo invaden miles de noticias que se renuevan a diario.

El concepto de tecnociencia tiene características específicas que afirman su necesidad de lograr consenso social, pues está orientada a clientes y consumidores. Los medios se hicieron eco de esta noticia con un tono entre simpático y popular: no es una vaca cualquiera, es una creación de los popes de la ciencia. Sobre la educación especista ya incorporada en el lenguaje con el cual construimos mundo, se agrega el manejo del discurso sociopolítico que, en materia de ciencia, defiende a ultranza la neutralidad de la ciencia básica, para cargar sólo en la ciencia aplicada la posibilidad de un cuestionamiento ético. Funcionaría de la siguiente manera: podemos modificar las bases de sustentación de la vida: hagámoslo. Después se verá para qué se aplica o no. El cuerpo animal no humano es un campo de investigación de esta ciencia nacida bajo las premisas de la modernidad. Si el debate bioético está abierto en materia de clonación y manipulación genética humana, está bien cerrada a la comunidad siquiera la idea de poder hacerlo respecto a los animales no humanos: sus dueños disponen para qué lo van a usar. En este caso –pero sólo como parte de una lista de posibilidades aún por venir y sin revelarse–, se trata de intervenir en función de otros campos de oferta útiles a la industria láctea. Está a la vista la síntesis entre ciencia, técnica e intereses comerciales y políticos. La fabricación de animales no humanos, clones y mutantes reproducibles por vía sexual incluso, es parte del dominio de la naturaleza implantada en la modernidad, que hoy con el desarrollo de la tecnociencia significa una sentencia para la vida en el planeta. Estas reflexiones ya las he planteado respecto de la ciencia médica basada en el método experimental que utiliza el modelo animal para indagar en las enfermedades provocadas artificial o genéticamente, y para buscar los medicamentos que estabilicen los síntomas de las mismas, aunque no las remedien.

Al igual que Doña Rosita la soltera, la obra teatral de Federico García Lorca, esta vaca esperará toda su vida lo que nunca llegará. Mientras tanto Teresa, otra vaca explotada que tratando de salvar su vida huyó desesperada de un corral en la zona de Castiglione di Sicilia, Italia, también lleva un nombre propio que se le ha dado para identificar a quien siguió defendiéndose más allá de la tierra, metiéndose en el mar. [2] Pero no es verdad que sea» más valiente” que las que no pueden evitar su destino fatal.

Las mujeres que defendemos los derechos de los otros animales deberíamos pensar en ponerles a todas las vacas del mundo nuestro propio nombre, para no olvidar.

Notas

[1] La voz de Tandil, 10 de junio de 2011. Disponible en: http://www.lavozdetandil.com.ar/ampliar_nota.php?id_n=27078

[2] “Salvemos a Teresa. Un animal valiente conmueve a Italia.” Disponible en: http://www.suite101.net/content/salvemos-a-teresa-un-animal-valiente-conmueve-italia-a56447

Compartir
Scroll al inicio