Relaciones entre veganismo y justicia

veganismo-lo-minimoCuando consideramos que el veganismo es una práctica de justicia e igualdad, estamos adscribiendo claramente a una postura muy distinta de la que surgiría al considerarlo como una manera de reducir el sufrimiento. Si entendemos esta diferencia en el nivel teórico, nos va a ser fácil entender por qué algunos grupos o personas pueden difundir el veganismo a la vez que, por ejemplo, matan y promueven la muerte de los animales sin hogar.

Así por ejemplo, cuando Temple Grandin diseña un matadero para “engañar” a las vacas y lograr que vayan con menos resistencia hacia la mano inicial del proceso de su asesinato, intenta reducir el sufrimiento psicológico que redundará, dice, en mayores beneficios para la industria. Cuando en el año 2000 visitó nuestro país bajo el auspicio de la industria cárnica, para exponer en el 46o Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología de Carnes realizado en Entre Ríos, Grandin manifestó:

Comencé diseñando corrales e instalaciones, que ya son un clásico, al punto que un tercio de los corrales de mi país se han hecho con diseños míos. Luego, me especialicé en manejo de los animales en feedlots y plantas de faena. En la actualidad, estoy asesorando a McDonald’s en temas de bienestar animal. Esta empresa se ha fijado como meta constituir el benchmark o patrón global en esta materia, y ha impuesto a sus proveedores de materias primas de origen animal -carne, huevos- estándares rigurosos para erradicar el maltrato.
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Para quien piensa en números, el animal es una cosa más, que se puede sumar o restar, y por ende, sólo les interesa tener más animales por m2, hora, corral, etc. Es un pensamiento industrial, cuantitativo. Por lo mismo, me he dedicado a cuantificar los resultados de mis propuestas, para que el management entienda las ventajas de trabajar el ganado con estos métodos.
Otra meta que me fijo es no proponer cosas antieconómicas: las mejoras deben adaptarse a la forma en que las empresas trabajan hoy en día, sin imponer revoluciones ni grandes costos. En el fondo, trabajar bien no cuesta más que hacerlo mal.
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La clave es que la picana esté allí pero no permanentemente en la mano del operador (camionero, operario), de modo que no se convierta en un instrumento de rutina. Hay que tenerla a mano por si hace falta, pero no en la mano sino colgada de la pared. Esto corta el hábito de mover a los animales a picanazos, que es muy difícil de evitar. Solamente hay que usar la picana sobre el animal que corta el flujo, dejando al resto que o se mueva sin picanearlos. [1]

Esta postura es la sostenida por organizaciones como Peta, que le dio un premio a Temple Grandin. A mi juicio, no solo acepta seguir promoviendo el uso “humanitario” sino que enseña la manera de humillarlos a través de un engaño. Me dirán que la vaca “no lo sabe.” ¿Pero acaso la ética no es cuestión de lo que los humanos “saben que hacen”? Esa vieja pregunta por el mal, que agobia a la filosofía, pasa a primer plano cuando leo a Grandin.

Así que cuando la expresidente de PETA toma la pata de un perro ante las cámaras en I’am an animal, para matarlo mientras dice que lo mejor que le puede pasar a un animal que no encuentra un hogar es “ponerlo a dormir”, no es que se contradiga con una política determinada, cual es la del bienestar animal. [2] Trabajar para la regulación de la esclavitud o control de los animales sin hogar por medio de su matanza, implica concentrar recursos, sembrar pensamientos/sentires y producir movilizaciones para mantener y reproducir socialmente un estado de situación de dominación sobre los otros animales y de dación sistemática de muerte.

Pero los animales no humanos no solo están interesados en no sufrir, sino también en seguir viviendo. Por eso he dicho que el veganismo es lo mínimo que les debemos a los animales, así también como que es una práctica de justicia e igualdad. Muchas de las actuales divergencias entre defensores de los animales son consecuencia de la historia misma de un movimiento que carga con dos vertientes relacionados con animales no humanos: la lucha “contra la extinción de especies” por un lado, y la “protección de los animales” que se traduce por la protección de alguna especie en particular, usualmente aquella con quienes mantenemos vínculos afectivos, y no siempre acudiendo a disolver el problema de fondo que esta cuestión reclama.

Mientras tanto, el Derecho avanza.

Pero avanzar es una manera de decir. Por ejemplo, leemos que ahora el Código Civil de Francia ha pasado a considerar a las “mascotas” como “seres vivos dotados de sensibilidad”, los cuales ya no serán bienes muebles, pudiendo ser protegidos del maltrato y el abandono. Esta modificación legal aparejará repercusiones en lo que atañe a los que tengan “dueños”, pudiéndose establecerse ciertas disposiciones contractuales teniendo en cuenta que siguen bajo el régimen de la propiedad. El Derecho, en este caso, plasma en una norma el reconocimiento de que la gente tiene animales a los que “quiere mucho” y que necesitan tener protección legal.

Esto es lo que el Derecho reconoce: una realidad. Otro será el avance que pueda hacer cuando se rechace masivamente el uso de los otros animales.

Notas

[1] Informe Ganadero (Buenos Aires, Argentina), Año XIX, No 482 (22/9/00).

[2] Ver también Ocho animales.

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