Fiesta piadosa

Hay cuatro soldados
para disparar
son cuatro soldados,
callados,
que están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van
a matar.
Nicolás Guillén. “Fusilamiento.

     Lo sé. A ella la creó una mente cruel pero piadosa, para aliviar el horror después de la sentencia, para abreviar el tiempo de la vana esperanza, para alejar el monstruo de la imaginación. 

     Así comenzó su historia, exhibiendo ese corte que cala impidiendo el grito escalofriante de la hoguera. No es más que la génesis de la ceremonia que del pálido rostro separa el cuerpo desmembrado por el borde de su filo aterrador.

     En la Plaza de la Revolución, bajo su sello empecinado, ha caído Luis XVI. Gritan, el coro rompe el aire embravecido y se regocija en la venganza y en la contemplación.

     (Pero todos murmuran que no ha podido acabar con el Rey.)

     En la procesión de insultos vocifera la turba silenciada, la furia trampeada en la madera y el metal: el condenado no arde, no grita, no implora, Átropos acude sin hacerse ver.

     Cuando desborde en las calles el exceso, y cuando en las mascaradas sobrepase el pueblo su permiso de roer; cuando horaden la Tierra con su peso los reclamos de derechos de una audaz mujer… el cambio estará gestado, y Hércules ocupará el lugar de Marienne.

     (Pero el condenado siempre a muerte sentenciado. Ella siempre sierva del poder.)

Ana María Aboglio. «Fiesta piadosa.» En Lo siento mucho.
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