Informe para una Academia

1-9-06

Reflexiones sobre el Primer Congreso Vegetariano Brasilero y Latinoamericano, San Pablo, 2006 donde participé con la ponencia: El especismo institucionalizado.

Los ataques e incendios de ómnibus que desde mayo asolaban los suburbios paulistas, apenas habían cedido al abrirse el viernes 4 de agosto de 2006 el Primer Congreso Vegetariano Brasilero y Latinoamericano. Recomenzaron poco antes de su clausura el martes 8 siguiente. Teatro bélico que también desde otros lugares del mundo llegaba por esos días en su versión televisiva, y que el negocio turístico pensado para visitar tanto las zonas de guerra como las favelas de San Pablo o Río de Janeiro, está convirtiendo en una mercaderia más. Violencia de la ciudad, pánico en las ciudades. Conflictos armados con una mayoría de víctimas humanas entre los civiles y los no humanos.

Dominio individual y dominio social. Desde el espacio especista se dictamina: “Primero”, los problemas humanos. Las atrocidades que sufren los no humanos por ser medios para fines humanos son uno de los principales problemas humanos. Aluden a lo que es causa de los más graves problemas: un estado de conciencia egoísta, autoritario, materialista. Surgen de su creencia de poseer “algo” que lo hace superior al resto de las criaturas con quienes se relaciona en el planeta, de sus veleidades de apropiación y dominio, de la introducción que hizo en el mundo del principio de crueldad.

El Congreso denunció este sojuzgamiento destructivo, revelando la conspiración social que pretende convertirnos en obedientes consumistas de esos otros animales, eternas víctimas de una guerra permanente. Funcionó al ritmo de un chat, con un habla portuguesa absolutamente predominante, y aunque la velocidad que impuso la abundancia del programa dificultó su total aprovechamiento, los cuerpos en tiempo presente irradiaron una energía incapaz de poder borrarse con un click.

Desarrollando los temas desde diferentes ángulos, una serie de ponencias sucedieron a la presentación inaugural a la que asistió el Secretario de Ecología y Medio Ambiente de San Pablo. Colores y degustaciones matizaron cada mediodía entre demostraciones culinarias y frutas tropicales, tan energéticas en jugos como en cosméticos. La feria de diseño vivo acaparó una vez más toda la atención del público, con esos platos como pinturas impresionistas que alimentaban ya de solo mirarlos. El patio exterior reunió a las variadas formas de la oferta vegana. La geografía amazónica en incesante desaparición, se exhibió devorada por la tala y la quema para la explotación animal y para las plantaciones de soja que alimentarán a los animales criados para producir carne, en reflexiones e imágenes de intenso impacto. La vasta incorporación de los aspectos nutricionales de una dieta sin productos animales disolvió las dudas de los iniciados, refrescó los conocimientos alguna vez adquiridos y sumó nuevos aportes siempre bienvenidos. Desde Bahía llegó el presidente del flamante Instituto Abolicionista, quien junto al resto de los directores presentaron la primera edición de la Revista Brasileira de Direito Animal. Un emotivo monólogo teatral cerró las últimas horas del encuentro en el inmenso espacio cultural público que es el Memorial, creado en 1989 con la misión de estrechar relaciones entre Brasil y el resto de los países de la América de habla hispana. Como siempre en estos encuentros, las tramas paralelas conductoras de apuntes e incidentes, transitaron como hechos e intercambios en la territorialidad adyacente a los enormes auditorios y salas donde se desenvolvió el programa oficial.

De aquí en más me propongo en estas líneas –que no son crónica detallada ni apuntan al relato personal-, esbozar un breve análisis sobre el ritmo crucial que sería útil escuchar hoy como eco de esos días. Una tarea de identificación de núcleos básicos, con miras a la concreción de esa “veganización de Latinoamérica” a la que aspira Marly Winckler. [1] Un hip hop de resistencia  -porqué no tan expresivo como el de esos jóvenes brasileros que expresan su descontento social entre música y graffitis-, ante lo que ya no puede ocultar su grosero grado de injusticia: la esclavitud de los animales no humanos. El lector podrá optar por leerlo como esclavo o esclavista, como ambos a la vez, o como uno u otro en forma alternada, siempre que –Kafka de por medio- recuerde su pasado-presente simiesco.[2]

En las últimas décadas, la situación que soportan los animales empeoró en forma comprobable. Más y más información acerca del daño que se les inflije al tomarlos como materia prima para la satisfacción de nuestros intereses corre a la par de más y más personas preocupadas por ellos, más organizaciones animalistas, más activistas, más listas de “intercambio de información”, más juntas de firmas y protestas, tanto reales como virtuales. ¿Resultados? Muy pocos resultados. Si algunas o muchas campañas y estrategias, inversiones y mensajes no resultan, los siguientes podrían proponerse como los primordiales mensajes del congreso.

Primero: El sufrimiento animal quedaría reducido a lo inevitable si se adoptara un estilo de vida vegana.

Segundo: Si es posible vivir sin consumir productos animales –y de hecho protegiendo mejor la salud-, y si el desastre ecológico tiene relación directa con la domesticación de animales para consumo humano, el veganismo no es la elección de los “obsesionados con la salud” o de los “amantes de los animales”. Es lo esperable de un defensor de los derechos animales, de un ecologista, de cualquier persona sensata que no quiera dañar a otros y se cuide un poco a sí misma. Porque si la cría de animales es causante importantísima del calentamiento global (efecto estufa), la compra de aires acondicionados que con alegría hacen ahora los esquimales de Kuujjuaq, en el Quebec canadiense, es parte del disparate con que el humano prueba que lo de sapiens no es más que el nombre de su soberbia, y del doble discurso de quienes tienen en esto intereses creados.

Tercero y fundamental: Si los no humanos tienen la misma capacidad de sentir que los humanos, veganismo es tomarse en serio su sufrimiento, el cual proviene casi en su totalidad del antropocentrismo egoísta que tiñe de superioridad lo que no es más que diferencia. La voz de los otros animales -sea que se exprese como acción del activista abolicionista por la igualdad o por los derechos animales, o a través de una guía para iniciarse en una alimentación vegana o un estilo de vida sin explotación animal-, es una Voz con V de Veganismo. En este sentido, como dijo el biólogo paulista Sergio Greif en un reciente reportaje: el veganismo es un movimiento ético que no apunta al bienestar de los animales a quienes se va a asesinar en los mataderos, sino a que no haya animales condenados a esos mataderos.[3]

En el  Memorial de América Latina se realizan permanentemente eventos culturales de todo tipo. Aunque pocos lo acepten o siquiera lo sepan, éste ha tenido gran importancia como factor desencadenante de un movimiento vegano latinoamericano. Las grandes empresas que sostienen la esclavitud animal -o que con las que lo sostienen se codean-, no son las que auspician estos congresos, apoyados por pequeños productores y realizados sobre todo por el esfuerzo sostenido de un voluntariado responsable y transformador que incluye a quienes queremos sembrar por la liberación animal, aquí o allá, y que solo estamos económicamente asistidos por nosotros mismos. La voz del veganismo, entonces, será nuestra tarea, a continuar o a emprender, se haga con los instrumentos propios de una asociación liberacionista o con los de una sociedad vegana. Se necesita llevar esta propuesta en la palabra diaria, en el vestido, en el calzado, en las demandas al proveedor local. Llevarla a la oficina y al estudio, al vecindario y a la familia, al espacio material y al virtual, a la calle urbana de donde se rescate a un perro y a la conversación “casual” que nos revele como partícipes de esta otra forma de ser en el mundo. Hablar de veganismo es también hablar de autorealización y por lo tanto, de una guía de transformación estructural que reemplaza los términos de la ecología superficial donde el no humano es un recurso, para forjar una sociedad éticamente sustentable.

Imaginen cómo podríamos vivir si nos despertáramos en un mundo así.
Notas

[1] Para un relato del Congreso en palabras de Marly Winckler, presidenta de la SVB, visitar: http://www.svb.org.br/cvb/relatorio.html

[2] En el relato “Informe para una Academia”, traducido al portugués como Comunicado Para Uma Academia” (Franz Kafka, 1917), el autor expone en forma de parábola la sinrazón humana que lleva al humano a la falta de libertad.

[3] Entrevista de J. Ramos a Sergio Greif, septiembre de 2006, para la revista Vegetarianos, lanzada en este Congreso.

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