Imágenes y palabras

Imágenes y palabras.Dolor y miedo. Sentirse morir, porque es el cuerpo el que sabe.

Un hombre ha herido calculadamente a un ser inocente a través de las variadas maniobras con las que extiende la llegada del momento buscado de su muerte. Así se vende el espectáculo.

Lo ha hecho bajo esa protección que los eufemismos y las normas dan al daño hecho al otro cuando no es un humano. Y alguien ha tomado una foto en el momento en que el torero sabe con certeza que ha cumplido su tarea. Agotado, el animal no humano ya no puede reaccionar, por eso el matador se le acerca tanto. No sabemos si estuvo calculando el momento para la foto o si el momento llegó sin predeterminación y el fotógrafo no perdió tiempo para captar la imagen. [1]

Pero las palabras de Diana Fernández Irusta con que el diario ilustra la imagen que publica en su contratapa inducen a transitar pensamientos y sentires muy diferentes a los que propongo. Parecen una proyección de visiones míticas: el hombre haciéndose uno con el animal, y toda esa metafísica nutrida del dolor del otro que no solo no es receptor de ningún mensaje  –el toro está en la desesperación de sentirse muriendo–, sino que no se ha prestado para protagonizar ninguna “tragedia”.

La foto es por eso la imagen cabal del lugar sacrificial en que colocamos a los otros animales, ofreciendo incluso su dolor y matanza como espectáculo. El acompañamiento que le hacen esas reflexiones son parte de la insistencia en mantener ésta y todas las acciones con que a diario los dañamos.

No deja de interpelarnos el caballo, siempre vulnerable, cómplice obligado en la “fiesta” ajena. En la oreja del toro, la marca de nuestra inhumanidad.

Nota

[1] “Tragedia en tres tiempos”, La Nación, 7 de julio de 2017. Texto: Diana Fernández Irusta. Foto: Alvaro Barrientos.

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