Con los enlaces consignados abajo se puede acceder al video (en dos partes) del programa Contaminación 0 emitido el domingo 28/9/13 por América 2.
Cerrando la emisión, el conductor manifestó: “Ellos están convencidos de que comiendo alpiste y sumando de a uno los adeptos a esta modalidad, algún día van a ser tantos, que el mundo va a cambiar por imperio de lo cuantitativo. Bueno, habría que verlo. En todo caso, no es justo que nosotros les quitemos esa esperanza. Este fue el mundo de los veganos…”No sé qué creerán los muchos veganos que comen o detestan el alpiste, porque el mundo “de los veganos” es una abstracción, y también una forma de presentar en los medios el tema que ya se está haciendo habitual. De esta forma, el enfoque se encuentra centrado en una comparación. Por un lado la normalidad que representa la mayoría. Por otro lado la hiperminoría que se encripta en un idealismo utópico.
Me niego a hablar del tema de manera personal. No se trata de «los veganos.» Se trata de una postura ética que tiene al veganismo como lógica consecuencia.
Lo que ocurre es que la defensa de los otros animales recién ahora comienza a tener un sentido coherente. Recién hoy se levanta una mirada inquisitiva que cuestiona las posturas antropocéntricas, sea que vengan del lado de la conservación de algunas especies o de la protección de otras cuya vida hay que salvar por la relación de proximidad que mantienen con los humanos, en determinado lugar. Recién hoy empezamos a entender que hay una multiplicidad de voces comunicando sus sentires y otras miradas relacionándose con el mundo y que sus dueños no nos pertenecen. Recién en los últimos años el veganismo se posiciona como la práctica lógica de quien quiere acabar con la esclavitud animal. Ciertamente hay mucho más que aritmética en esta base innegociable de lucha por los más desprotegidos de la Tierra.
Sabemos que es difícil, pero tenemos más que una simple esperanza. Porque lo que sentimos nos importa, pero mucho más nos importa lo que sienten ellos.