Espectáculos con animales

veganismo-any-aboglioEn la llanura pampeana de la época colonial, tenía lugar la llamada yerra para bovinos y equinos, y la señalada para los ovinos. Quemando su cuerpo o cortando sus orejas, los animales no humanos eran marcados como propiedad. Para ahorrar salarios de dos o tres días de peones y consolidar prestigio ofreciendo asados y fiestas, los hacendados de mayor poder económico recurrían a las llamadas “yerras de convite”: a la fiesta llegaban en carros arrastrados por caballos los vecinos del lugar. Épocas de esclavos y curanderos.

Algunas tradiciones continúan, pues siguen siendo rentables.

Pero además, hoy su existencia se divulga y masifica, se normaliza y enseña a través de los medios de comunicación.

En tal sentido, y con texto y fotos a cargo del mismo autor, se presenta la yerra y la castración de terneros como una “divertida parodia” de las tareas pecuarias de mediados del s. XIX. [1] Las fotos muestran a sonrientes enlazadores sometiendo a un pobre animal atrapado, yaciendo en el suelo de costado, próximo a sufrir lo que según la nota se hace “con menos estrés en los animales.” Al igual que en aquel entonces, todos caen en la estancia para convertirse en espectadores y “los más chicos aprovechan para estar con los animales.” La costumbre de los cuerpos asados a la parrilla también es parte del espectáculo en el que algunos citadinos “se hacen selfies con los enlazadores.”

La industria mantiene las tradiciones, especialmente porque el medio social en el que se desarrolla conviene a sus fines. Pero en el S. XXI el especismo se enseña a través de estas notas tanto como en el lugar mismo de los hechos.

Por eso señalar lo incorrecto de usar a los animales no humanos debería ser base de la lucha para alcanzar su plena consideración como seres sintientes con intereses a quienes debemos respetar.

Notas

[1] Rodríguez, D., “Campo en yerra”, Viva, 26 de octubre de 2014, p. 52 a 56.

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